Resumen Canto XII: La sirenas, Escila y Caribdis. La isla del sol. Ogigia

Odiseo regresó a Eea desde el Hades, la morada de los muertos, e hizo lo que le pidió el alma de Elpenor, uno se sus hombres: enterró su cadáver y erigió una tumba coronada con el remo que solía usar. Circe les ofreció un banquete y luego le anticipó a Odiseo con qué problemas se iba a encontrar y cómo podría resolverlos.


Con viento favorable, Odiseo y sus hombres se acercan a la isla de las Sirenas. Atendiendo a las advertencias de Circe, Odiseo tapó los oídos de sus compañeros con cera y se hizo atar con fuerza al mástil de la nave. Desde ese lugar, el héroe escuchó el canto de las Sirenas que, con suave y engañosa voz, pretendían que se acercara para provocar su perdición. Pidió a sus compañeros que lo desataran, pero estos, tal como el propio Odiseo había ordenado, lo ataron con sogas más fuertes. De esta manera, pudieron alejarse de la isla de las sirenas sin daño alguno.


Después de eludir a Escila y Caribdis, a dos terribles monstruos marinos, Odiseo y sus hombres llegaron a la isla del Sol. Odiseo trató de que sus hombres obedecieran lo que Circe había vaticinado pero no le hicieron caso y, mientras Odiseo dormía, se comieron las vacas prohibidas. Huyeron de la isla, pero Zeus los castigó desatando una tormenta que hundió el barco. Odiseo fue el único que se salvó y llegó a la isla de Ogigia, donde Calipso lo retuvo durante siete años.